- Paris

Dos mujeres en busca de la luz

Mayoral presenta una exposición sobre Juana Francés y Maria Helena Vieira da Silva, dos mujeres que vivieron formas de exilio y desplazamiento, y que rompieron muchas de las cadenas y estereotipos que constreñían a las «mujeres-artistas» de su época.
Siguiente sección

Dos mujeres en busca de la luz

Mayoral presenta una exposición sobre Juana Francés y Maria Helena Vieira da Silva, dos mujeres que vivieron formas de exilio y desplazamiento, y que rompieron muchas de las cadenas y estereotipos que constreñían a las «mujeres-artistas» de su época. Comisariada por Elena Sorokina, esta muestra reúne una selección de obras creadas por ambas pintoras entre 1958 y 1961.

A pesar de poseer lenguajes pictóricos muy distintos, tanto Juana Francés como Maria Helena Vieira da Silva se han considerado en la historia del arte representantes del arte informal de la Europa de posguerra. Si bien Vieira da Silva ha gozado de una profusa recepción crítica, Francés se está empezando a descubrir en Francia justo ahora. Este encuentro expositivo de dos mujeres artistas, nacidas ambas en la península Ibérica, en países sometidos a dictaduras patriarcales, permite que surjan cuestiones pertinentes.

La galería Mayoral ha invitado a Elena Sorokina —comisaria de exposiciones y experta en arte contemporáneo que ya colaboró anteriormente con la galería para organizar una muestra individual de Manolo Millares (2017)— a ahondar en estas cuestiones y a continuar así la importante tarea de contextualizar y revaluar las lecturas canónicas de los artistas de posguerra. A su vez, Sorokina ha propuesto a Pierre Léglise-Costa, escritor, especialista en literatura ibérica y amigo personal de Vieira da Silva, que escriba un texto sobre cada una de estas dos artistas.

Nacidas respectivamente en Lisboa en 1908 y en Alicante en 1924, las vidas de Vieira da Silva y de Francés se vieron afectadas por el rumbo político que tomaron sus países de nacimiento. Sin embargo, mientras la primera se marchó de Portugal, la última decidió quedarse en la España de Franco. Vieira da Silva se trasladó a París en 1928, donde residió y trabajó el resto de su vida, excepto durante el período de la Segunda Guerra Mundial, cuando se refugió en Río de Janeiro con su marido, el artista húngaro Árpád Szenès. Privados de sus respectivas nacionalidades por haberse opuesto a regímenes autocráticos, la pareja finalmente va obtuvo la ciudadanía francesa en 1956.

 

Tanto Juana Francés como Maria Helena Vieira da Silva vivieron formas de exilio y desplazamiento, y rompieron muchas de las cadenas y estereotipos que constreñían a las «mujeres-artistas» de su tiempo

Francés escogió hacerse pintora en una época en que la dictadura patriarcal del general Franco había decretado que las mujeres no podían trabajar sin la autorización de un pariente de sexo masculino y debían renunciar totalmente a su puesto de trabajo al casarse. Pese a ello, Francés viajó a París gracias a una beca de estudios, y luego se convirtió en la única mujer artista entre los miembros fundadores del grupo de vanguardia español El Paso. Según Sorokina, justo ahora estamos empezando a entender cómo estas dos artistas, desprovistas de anclaje geográfico y social, lograron crear con la idea de encarnación o materialización en un contexto fuertemente marcado por los prejuicios. Tal como explica la comisaria de la exposición: en vida, ambas artistas rehuyeron cualquier tipo de categorización, y lo mismo ocurre hoy en día con sus obras. Dos mujeres. Dos excepciones.

 

El espacio denso y complejo que emerge de sus composiciones de múltiples capas aporta una nueva mirada a un gran número de preocupaciones del arte de posguerra

«Tanto Francés como Vieira da Silva conciben el cuerpo como “situación”, más que como “objeto”», argumenta Sorokina, «la tactilidad de sus espacios es un valor mucho más importante de lo que se creía hasta ahora.»

Francés pone títulos concretos, «realistas», a sus cuadros; títulos en que la palabra «tierra» aparece con frecuencia. «Tierra» es un vocablo rico en significados: puede referirse al planeta Tierra, o a un terreno, territorio, país, patria, al suelo, a la arena, al polvo o al mundo en general. La artista valenciana solía combinar diferentes materiales, especialmente la arena, con sus pinturas al óleo, y desplazaba gestualmente la materia rociando agua sobre la tela extendida en el suelo. Francés dejó claro que su abstracción respondía a «una necesidad íntima de expresar su mundo», y describía sus pinturas como autorretratos[1]. La obra de la pintora alicantina, aun así, se ha leído demasiado a menudo a través del prisma de la normatividad masculina dominante. Francisco Farreras, un buen amigo suyo, afirmó con intención de elogiarla: «(…) nada hacía pensar que detrás de aquella fuerza visual expresiva, detrás de aquellas potentes composiciones hechas con arena y pintura, había una presencia eminentemente femenina».[2]

El tema de la tactilidad es menos evidente en los espacios-superficies construidos meticulosamente por Vieira da Silva y en sus geometrías vibrantes, en constante expansión y disolución. Con todo, sus pinturas pueden ser analizadas a través de la lente de la teoría de los «conocimientos situados». Sus obras evocan los movimientos maravillosos del ojo encarnado en el mundo, y revelan la falsa «objetividad» de los sistemas universales de perspectiva reconocidos como norma canónica en la historia del arte.[3]

 

El resurgimiento de la luz ibérica

En su ensayo, Pierre Léglise-Costa pone de manifiesto la forma en que la luz surge y resurge constantemente en la obra de ambas artistas. Léglise-Costa observa que, a partir de finales de los años cincuenta, la precisión geométrica, casi abstracta, de las composiciones de Vieira da Silva se iluminan con toques de luz, mientras que el espacio se abre, aspirando al infinito. Por otro lado, al contemplar las telas de Juana Francés, es inevitable quedar asombrado por la fuerza de las pinceladas, que penetran, como un haz de luz, en la compleja materia pictórica, prácticamente tridimensional, y perforan sus profundidades.

 

[1] Juana Francés: Informalism Was Also Female [cat. exp.]. Barcelona: Mayoral, 2020, p. 30

[2] Ibid., p. 47

[3] Marsha Meskimmon. Women Making Art: History, Subjectivity, Aesthetics. Londres : Routledge, 2003

 


 

Elena Sorokina es comisaria de exposiciones e historiadora del arte. Actualmente es la cocomisaria del pabellón armenio de la próxima Bienal de Venecia de 2022. Su próximo proyecto, «Forms of Fragility», se estrenará en el Rudolfinum de Praga en octubre de este 2022. Sorokina fue la comisaria asesora de la documenta 14 de Atenas/Kassel. En el año 2020 comisarió la muestra colectiva «Crystal Clear: Travels in Sustainable Exhibition Making» en el Museo Pera de Estambul; y anteriormente trabajó en los centros de arte BOZAR y  WIELS (Bruselas), en el Centro Pompidou, en el Musée d’Art Moderne (París), y en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, entre otras instituciones.

Pierre Léglise-Costa es historiador del arte, lingüista y traductor especializado en países de habla portuguesa. Ha ejercido de profesor en la Universidad de París VIII y en el Instituto de Estudios Políticos (Sciences Po) de París, así como en el Dartmouth College, en Estados Unidos. Entre sus principales proyectos de comisariado está «Universo Pessoa», para el festival Europalia de Bruselas, además de varias exposiciones en el Centro Pompidou de París y en la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa. Es el director de la colección portuguesa de la editorial parisiense Editions Métailié, que ha publicado más de cuarenta obras de grandes escritores en lengua portuguesa. Y también es autor de numerosos libros sobre el arte y la cultura de Portugal.

Dos mujeres en busca de la luz

Prensa y notícias relacionadas

  • Maria Helena Vieira da Silva and Juana Francés

    Maria Helena Vieira da Silva and Juana Francés

    Maria Helena Vieira da Silva and Juana Francés

    The two painters in “Resurgent Light” may have never met, but they were both living in Paris in the early 1950s. Maria Helena Vieira da Silva (1908-1992) had arrived there from Lisbon in 1928 to study at the Académie de la Grande Chaumiere, ultimately making her home in the French capital as a political exile...

    Visitar enlace