- Paris

Zao Wou-Ki a propósito de Joan Miró

Mayoral presenta un diálogo inédito entre Joan Miró (1893-1983) y Zao Wou-Ki (1920-2013) que destaca la trayectoria paralela de estas dos grandes figuras del arte moderno. Salomé Zelic, comisaria de la exposición, reúne obras que permiten entablar una conversación entre los dos artistas en la que confluyen amistades compartidas, inspiraciones comunes, una sensibilidad particular hacia el gesto, el signo y la luz y, sobre todo, un enfoque profundamente poético en sus prácticas artísticas.
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Zao Wou-Ki a propósito de Joan Miró

Mayoral presenta una exposición inédita de dos artistas, de horizontes lejanos, que tejieron numerosos vínculos desde su encuentro en 1952 en la galería Pierre. A pesar de llevarse 27 años, Joan Miró (1893-1983) y Zao Wou-Ki (1920-2013) tuvieron en común el amor por la poesía, una gran sensibilidad lírica por el gesto, el signo y la luz, así como amistades compartidas con los marchantes de arte Pierre Loeb y Pierre Matisse, con el historiador del arte Jean Leymarie y con el arquitecto Josep Lluís Sert, quien realizó el taller de Joan Miró en Mallorca y la casa-taller de Zao Wou-Ki en Ibiza.

Salomé Zelic, comisaria de la exposición, reúne obras que permiten percibir entre los dos artistas elementos e inspiraciones comunes, tomando como punto de partida un dibujo que Zao Wou-Ki envía al artista catalán en 1978 —en ocasión de su 85º aniversario— con la dedicatoria: «A Joan Miró, el más joven de todos nosotros».

París, cuna de las vanguardias del siglo XX, fue la ciudad de adopción de Joan Miró desde 1920 y un amor a primera vista para Zao Wou-Ki, además del lugar donde ambos se encontraron. Al acabar la guerra, Joan Miró, que pasó allí varias temporadas, fue para la joven generación una referencia inevitable y siempre estubo en el corazón de sus intercambios. En cuanto a Zao Wou-Ki, tuvo rápidamente el apoyo de todos «los que iban a ser alguien» como Sam Francis, Hans Hartung, Maria Helena Vieira da Silva, Pierre Soulages y también el de las grandes figuras de la modernidad, como Picasso, Giacometti, y, obviamente, Joan Miró. Fue la gran época de la Segunda Escuela de París.

París los reúne y su admiración común por Paul Klee sella este vínculo para siempre. Tanto para Joan Miró en 1924 como para Zao Wou-Ki en 1951, el descubrimiento de las obras de Paul Klee es una revelación y un giro decisivo hacia la abstracción. Cada uno a su tiempo se inspira en los juegos de letras de Klee para crear un repertorio de signos personales que le permitirá liberarse de la representación clásica de lo real. Por una parte, Joan Miró se basa en ideogramas imaginarios tomados de la imaginería medieval y de las pinturas murales de Cataluña y, por la otra, Zao Wou-Ki se nutre de las inscripciones arcaicas grabadas en los huesos oraculares y de los bronces de la dinastía Chang para construir su nuevo lenguaje plástico. En Femme et oiseau V/X (Mujer y Pájaro V/X) (1960) el signo se convierte en más y más abstracto. Joan Miró “se divierte” con la rugosidad de la tela, utiliza el yute como un color y renueva los lazos con una imaginería primitiva.

Dejando a un lado su diferencia generacional, es en torno a este cuestionamiento plástico, de la utilización del signo como medio de expresión y como nuevo lenguaje posible, que los dos artistas van a fundamentar su relación.

Su sensibilidad por la poesía es otro de los temas fundamentales que vincula el trabajo de Joan Miró y el de Zao Wou-Ki. Los dos se rodean de amigos poetas: Guillaume Apollinaire, Alfred Jarry, Blaise Cendrars, Paul Éluard, Tristan Tzara en el caso de Joan Miró; Henri Michaux o René Char en el de Zao Wou-Ki. Para todos ellos no hay diferencia entre la pintura y la poesía.

“Que mi obra sea como un poema musicado por un pintor”

Joan Miró

 

“En la pintura china, pintura y poesía están íntimamente relacionadas, hasta tal punto que no es inhabitual que se escriba un poema sobre una parte vacía del cuadro […]. Siento estas dos expresiones como parte de una misma naturaleza, físicamente.”

Zao Wou-Ki

La exposición subraya la voluntad constante de renovación de Joan Miró. El punto álgido reside en la sorprendente tela de 1974 Peinture (Projet pour une tapisserie) [Pintura (Proyecto para un tapiz)], que demuestra entre otras cosas su conocimiento y su compromiso con la action painting de la Escuela de Nueva York. Esta obra es testigo de la creatividad sin reservas demostrada por Miró en los años inmediatamente precedentes a la última gran retrospectiva hecha en vida del artista, en el Grand Palais en 1974. Joan Miró reúne aquí todas sus influencias: sus goteos de tintas negras, el collage aislado de dos piezas de lana roja y esa huella de mano negra, evocadora de uno de los símbolos del alma. Este lienzo dialoga con 17.02.71-12.05.76 de Zao Wou-Ki, una obra que perteneció a la colección personal de Jean Leymarie, comisario de la retrospectiva de Miró de 1974 citada anteriormente y de la de Zao Wou-Ki en 1981. La obra es testigo de la especial atención que el artista presta al gesto y a la luz.

En esta gestualidad liberada se distingue también ese gusto común por el uso de la tinta negra, en referencia a la caligrafía pero también por el uso del vacío que tiene, como en el gran formato de 2007 Untitled (Sin título) de Zao Wou-Ki, prestado por el Museo de l’Hospice Saint-Roch d’Issoudun, el cual recibió una donación de la colección personal del artista.

Esta exposición muestra por primera vez hasta qué punto estos dos artistas, surgidos de horizontes lejanos, se encuentran en numerosos campos de búsqueda estética, pictórica y poética.


 

SELECCCIÓN DE OBRAS

Sans Titre
Zao Wou-Ki, Sans titre, 1978
Aguada de tinta y tinta de China sobre papel
38,3 x 28,2 cm
Fundació Pilar i Joan Miró, Mallorca

Peinture
Joan Miró, Peinture (Projet pour une tapisserie), 1973-74
Pintura de interior, óleo y lana sobre madera
197 x 122 cm

17.02.71-12.05.76
Zao Wou-Ki, 17.02.71-12.05.76, 1971-76
Óleo sobre lienzo
73 x 100 cm

La lista de reproducción de Zao Wou-Ki y Joan Miró

La música fue una gran fuente de inspiración tanto para Zao Wou-Ki como para Joan Miró. Por eso hemos seleccionado una serie de piezas musicales que revelan conexiones entre los dos artistas y los compositores. Esta lista de reproducción acompaña la exposición «The Youngest Among Us All: Zao Wou-Ki on Joan Miró».

Erik Satie, Yuki Takahashi : Gymnopédies: I. Lent (1988)

Las Gymnopédies son tres composiciones para piano mediante las cuales Erik Satie intentó romper con la «música de salón» convencional del siglo XIX. La melodía de la pieza usa disonancias deliberadas, aunque suaves, contra la armonía; de este modo, produce un efecto picante y melancólico que encaja con las indicaciones de interpretación: tocar la pieza «dolorosamente» (douloureux). Al igual que Joan Miró, Satie era un artista revolucionario. En 1969 Miró realizó cuatro grabados y aguatintas para ilustrar el libro Erik Satie: Poems and Songs, una obra que el editor Louis Broder quería publicar pero que nunca vio la luz.

Pierre Boulez : Incises (1994)

Incises para piano solo es una pieza de Pierre Boulez compuesta en 1994 como una prueba para el Concurso Internacional de piano Umberto Micheli de Milán. En 1998 Boulez compuso una versión más desarrollada (para tres pianos, tres arpas y tres instrumentos de percusión) que tituló sur Incises. En 1954 Zao Wou-Ki, para quién la música representaba una importante influencia en la hora de realizar sus creaciones, asistió a los conciertos del «Domaine musical», organizados por Boulez y celebrados en el Pequeño Théâtre Marigny. El diseño de la cubierta para el disco Les Concerts du Domaine musical (Disques VÉGA), publicado en 1960, se basó en un esbozo original de Zao Wou-Ki.

Edgar Varèse : Poème électronique (1958)

Zao Wou-Ki pintó Hommage à Edgar Varèse un año antes de la muerte del compositor. Se trata de una pintura clave en su obra, la primera de una serie de telas de grandes dimensiones que empezó durante la década de 1960. Tal como hace Varèse, Zao Wou-Ki juega con acentos dinámicos y rítmicos, así como con masas de color en movimiento a fin de crear espacios que se interpenetran y se abren al misterio.

Duke Ellington : Jive Jam, Live at the Côte d’Azur (1966)

En julio de 1966, Duke Ellington (piano), John Lamb (bajo), y Sam Woodyard (batería) rindieron un homenaje a Joan Miró en la Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence cuando tocaron la fantástica pieza Blues for Joan Miró. Aquel verano, entre el 26 de junio y el 29 de julio, Duke Ellington, junto a Ella Fitzgerald, participó en un festival de jazz en la Riviera francesa donde interpretó esta composición Jive Jam.

Mira en Youtube la interpretación de Blues for Joan Miró por Duke Ellington en 1966.

Claude Debussy, Alain Planès : Suite bergamasque : I, Prélude, Moderato (composé v. 1890)

Esta es una de las obras para piano más famosas del compositor, inspirada en el poema de su amigo Paul Verlaine «Clair de Lune». Debussy jugó un papel indiscutible en la renovación de la escritura simbólica y la música instrumental. El pianista Alain Planès, un buen amigo de Joan Miró y quien lo ha descrito como el «pintor más musical que existe», interpreta la Suite bergamasque de Claude Debussy.

El más joven de todos nosotros