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Venezia 1958

La galería Mayoral rememora en una exposición el pabellón español de la Bienal de Venecia de 1958. Es la primera vez que una exposición reúne, más de 60 años después, una decena de obras que formaron parte de una muestra clave en la historia del arte español de posguerra. Es la exposición central de la celebración del 30 aniversario de la galería.
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Venezia 1958

Barcelona, ​​26 de setiembre de 2019.- La galería Mayoral de Barcelona rememora en la exposición Venezia 1958 el pabellón español de la Bienal de Arte de Venecia de 1958, un episodio que terminó siendo un punto de inflexión en el reconocimiento internacional del arte español de posguerra. La exposición, que se podrá ver del 26 de septiembre al 4 de diciembre, reúne, más de 60 años después de aquel acontecimiento, una decena de obras que formaron parte de aquella exposición de los artistas Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Rafael Canogar, Manolo Millares, Antonio Saura y Manuel Rivera, todas procedentes de importantes colecciones españolas e internacionales. Es la primera vez que una exposición recupera una parte de las obras que formaron parte de aquel evento. Este proyecto es la exposición central de la celebración del 30 aniversario de la galería Mayoral.

La exposición revisa por primera vez de manera exclusiva un episodio clave para la historia del arte español de la segunda mitad del siglo XX, que supuso un antes y un después tanto para la difusión del arte informalista español como para los mismos artistas que participaron. El proyecto, además de recuperar y exponer algunas de las obras que se exhibieron en Venecia en 1958, tiene la intención de analizar la relevancia y las consecuencias del evento, que tuvo lugar en un momento en que el régimen franquista estaba especialmente interesado en dar una imagen de modernidad en el exterior.

La exposición Venezia 1958 ha reunido una decena de obras muy representativas de aquella muestra en la Bienal. De Antoni Tàpies, se muestran dos obras puramente matéricas, fechadas en 1958, Pintura marró i ocre y Marró negrós; de Millares, tres de sus arpilleras; de Chillida, un relieve y una escultura de bronce, Hierros de temblor III; una abstracción de Canogar de 1957; una composición sobre tela con mallas metálicas de Manuel Rivera, de 1957; y la pintura Salvatierra de Antonio Saura, de la serie Damas, de 1957.

Triunfo de la modernidad

La exposición en el pabellón español de la 29ª edición de la Bienal del 1958 fue comisariada por Luis González Robles, que hábilmente y de manera muy intencionada, hizo una selección de obras y de artistas que enlazaba claramente con las tendencias artísticas internacionales , sobre todo con el informalismo, que triunfaba en Europa y en Estados Unidos. De este modo, se consiguió dar una imagen de modernidad del arte español a nivel internacional y una gran difusión de la obra de los artistas jóvenes que habían apostado por la abstracción y la vanguardia.

Luis González Robles (1916-2003) fue el principal responsable de la organización de exposiciones oficiales de arte español en el extranjero durante los años 50 y 60, desde la Dirección General de Bienes Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores. Buen conocedor de la realidad artística del país pero también de las tendencias internacionales, antes de Venecia, González Robles ya había comisariado otras participaciones del arte español en eventos artísticos internacionales como la primera edición de la Bienal de Arte del Mediterráneo de Alejandría de 1955 y la Bienal Hispanoamericana de Sao Paulo de 1957.

Pero la definitiva consagración del arte moderno español en el exterior llegaría con el pabellón de España para la Bienal de Venecia de 1958. González Robles priorizó en su selección para la bienal veneciana “el gesto expresivo de los informalistas”, como dice la doctora en historia del arte María Dolores Jiménez-Blanco, en el ensayo que se publica en el catálogo de la exposición de la galería Mayoral. El mismo comisario también lo explicaba así en su texto de presentación de la exposición: “El pabellón incluye un amplio contingente de artistas abstractos que he creído conveniente clasificar en grupos muy bien definidos, no sólo por su independencia estética radical sino especialmente por la singular y clara problemática ibérica que comparten todos ellos, basada en una estricta concepción ética del mundo”.

La exposición del pabellón

El pabellón expuso 162 obras de 19 artistas, que se repartieron en cinco ámbitos. El primero de ellos presentaba “Expresionismo figurativo”, con obras de Josep Guinovart (de su etapa figurativa), Pancho Cossío y Godofredo Ortega Muñoz. La pintura abstracta se dividió en tres apartados: “Abstracción dramática”, con obras de Canogar, Millares, Saura, Tàpies, Antonio Suárez y Vicente Vela; “Abstracción romántica” con Luis Feito, Joaquín Vaquero Turcios, Modest Cuixart, Joan Josep Tharrats y Enric Planasdurà;  y “Abstracción geométrica”, con pinturas de Francisco Ferreras, Manuel Mampaso, Antonio Povedano y Manuel Rivera. La escultura, con un conjunto de 17 piezas de Eduardo Chillida, se concentró en la entrada del pabellón.

Con las paredes pintadas de blanco, negro y gris y los cuadros colgados con tacos invisibles que daban la impresión de que las piezas estaban separadas de las paredes, el diseño del pabellón también apostó por la modernidad en el montaje, con salas monográficas, donde los artistas quedaban ampliamente representados.

La «sorpresa» de la Bienal

El pabellón tuvo una acogida excelente, tanto en cuanto a distinciones como por parte de la crítica. A nivel de galardones, el premio más importante fue para Chillida, galardonado con el Gran Premio de Escultura de la Bienal; Tàpies recibió el premio de pintura de la David E. Bright Foundation de Los Ángeles para artistas emergentes de la Bienal, considerado una especie de segundo premio del certamen, y la Unesco concedió su premio al pabellón español como conjunto. El crítico valenciano Vicente Aguilera Cerni también ganó el Gran Premio Internacional de la Crítica por el conjunto de sus artículos publicados en la revista Índice en relación a aquella bienal.

Por otra parte, la palabra más utilizada por los críticos internacionales que escribieron sobre la Bienal de 1958 para definir el pabellón español fue “sorpresa”. El crítico italiano Marco Valsecchi, por ejemplo, escribió que la exposición había sido “la más bella sorpresa de la Bienal, estos artistas son los verdaderos sobrinos de Picasso”. André Kuenzi, en la Gazette de Lausana, dijo que el pabellón español era «el más cautivador» de la Bienal. “Admito haber quedado profundamente tocado por esta singular atmósfera pictórica”, añadía Kuenzi.

A nivel interno, aunque con más prudencia, el pabellón también fue elogiado, sobre todo por los críticos más a favor de la modernidad. Aguilera Cerni escribía en Artes y Letras: “España ha intervenido en la polémica de la Bienal de la mejor manera posible: obligando a reconocer (como ha hecho la crítica del mundo entero) la potencia y tremenda españolidad de sus voces jóvenes e inconformistas” . Claro que los periodistas y críticos más tradicionales se escandalizaron por la preponderancia del arte abstracto en la Bienal. “Una moda aberrante”, escribía Julián Cortés-Cavanillas en ABC, que por otro lado se mostraba orgulloso de un éxito tan grande de España en un evento internacional.

Los artistas expresaron de entrada también su satisfacción por haber participado en la exposición ya que a partir de esta muestra su obra fue conocida y difundida a nivel internacional y les abrió las puertas para futuras exposiciones tanto institucionales como comerciales en galerías. Ya en Venecia, ocho de las obras expuestas se vendieron a importantes colecciones.

Gracias al éxito de la Bienal, se recibieron peticiones de muchos museos para hacer exposiciones con obras que se habían visto en Venecia. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, se organizaron, como consecuencia directa del éxito de la Bienal, muestras en Portugal, Holanda y París. En 1960 el arte joven español se vio en el MOMA y el Museo Guggenheim de Nueva York de la manera simultánea, y en 1962 se hizo una exposición en la Tate Gallery de Londres.

La exposición en la galería Mayoral vuelve a plantear el debate que aquella presentación internacional del arte español más moderno supuso para muchos de los artistas representados, que más tarde se sintieron utilizados por el régimen franquista, interesado en dar la imagen de una España moderna a través del arte abstracto. Algunos de ellos, como Antoni Tàpies confesó años después que se arrepintió de participar en la Bienal representando la España franquista y, con Antonio Saura, decidió que no participaría nunca más en exposiciones organizadas por el régimen dictatorial. Años después, Luis González Robles siempre negó que la decisión de promocionar con tanta intensidad el arte españoles de los jóvenes artistas abstractos en el exterior fuera fruto de una decisión política que viniera “desde arriba” y que la elección sólo se basó en criterios puramente artísticos.

Libro-catálogo

Con motivo de la exposición se ha editado un libro-catálogo, que repasa la historia de la exposición de 1958, a través de textos, artículos de prensa y fotografías de la época, que documentan el impacto de la muestra. Además, el catálogo incluye un ensayo de la doctora en historia del arte María Dolores Jiménez-Blanco, que repasa los precedentes históricos y culturales y analiza los motivos, no sólo artísticos, que hicieron que el pabellón español de la Bienal de 1958 se convirtiera en un hito tan importante en la historia del arte español de posguerra.

También se ha incluido una entrevista de Vicenç Altaió al cineasta Pere Portabella, amigo y coleccionista de algunos de los artistas que participaron en la actual exposición, en la que el director reflexiona sobre el contexto artístico de la época y sobre su opción de no separar nunca la política del arte; y una entrevista de Rosa León al artista cubano Wilfredo Prieto, que representó a Cuba en la Bienal de Venecia de 2017, en la que se reflexiona sobre el uso del poder y el papel de las bienales en la promoción de los artistas contemporáneos .

Venezia 1958 se enmarca en la línea de la galería Mayoral de promocionar y difundir los artistas más destacados del arte español de posguerra.

Venezia 1958

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